Yo soy el triste fugitivo
que vive en soledad, en esta cima
arriscada del monte, desde donde
miro el valle del Arga y tomo nota
de la sucia postura de las gentes
que a mí me condenaron por el hecho
de no seguir sus normas ni plegarme
a las torpes costumbres de su jaula
donde pasan la vida, desnortados,
en la oscura tristeza de sus rejas.
que vive en soledad, en esta cima
arriscada del monte, desde donde
miro el valle del Arga y tomo nota
de la sucia postura de las gentes
que a mí me condenaron por el hecho
de no seguir sus normas ni plegarme
a las torpes costumbres de su jaula
donde pasan la vida, desnortados,
en la oscura tristeza de sus rejas.
Yo soy el loco de Pamplona.
Y desde mi atalaya los observo:
jadeantes de prisa y de fastidio;
riéndose con risas mojigatas,
doblándose en serviles reverencias
y melifluas palabras carcomidas,
como trampas paradas al acecho
de cualquier distinción o cualquier logro,
denunciándose agravios y sandeces,
pensando siempre en dar a su estatura
una pizca de más y al lustre de su nombre,
astutos, reservados, comedidos,
dóciles al placer y al llanto fácil...
jadeantes de prisa y de fastidio;
riéndose con risas mojigatas,
doblándose en serviles reverencias
y melifluas palabras carcomidas,
como trampas paradas al acecho
de cualquier distinción o cualquier logro,
denunciándose agravios y sandeces,
pensando siempre en dar a su estatura
una pizca de más y al lustre de su nombre,
astutos, reservados, comedidos,
dóciles al placer y al llanto fácil...
Me echaron de sus calles porque andaba
A contrapelo de sus convenciones.
Y qué le voy a hacer, si a mí me gusta
rondar y andar y ver la amanecida,
oír las campanas de la torre
con los vencejos revolando en torno,
me encanta hablar de tú a las azaleas,
andar en barca y ver caer la lluvia,
tocar el SI MAYOR con mi guitarra,
creer a pies juntillas que el sol es mi pariente
más cercano y enviar saludos
a las grullas que cruzan tan chillonas,
jugar a la ruleta de los vientos
apostando el mañana en cada caso,
columpiarme en las ramas del cerezo,
comerme algún membrillo al sol de octubre
y oler la flor del cardo a cualquier hora.
A contrapelo de sus convenciones.
Y qué le voy a hacer, si a mí me gusta
rondar y andar y ver la amanecida,
oír las campanas de la torre
con los vencejos revolando en torno,
me encanta hablar de tú a las azaleas,
andar en barca y ver caer la lluvia,
tocar el SI MAYOR con mi guitarra,
creer a pies juntillas que el sol es mi pariente
más cercano y enviar saludos
a las grullas que cruzan tan chillonas,
jugar a la ruleta de los vientos
apostando el mañana en cada caso,
columpiarme en las ramas del cerezo,
comerme algún membrillo al sol de octubre
y oler la flor del cardo a cualquier hora.
Creo habéroslo dicho ya bien claro:
Soy, para los efectos, un proscrito.
Soy, para los efectos, un proscrito.
Jesús Gorriz Lerga, poeta navarro (nacido en Pamplona 1932)
Terres molt boniques. Hi anava quan la meva filla vivia a Pamplona. M'agradava perquè només sortir de la ciutat trobaves de seguida petits pobles i muntanyes i prats molt verds.
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